Lunes 1:14 de la manana. Hace 5 horas que nos fuimos a la cama. J pego el ojo tres minutos despues de mi beso en su mejilla helada, que en invierno mas que en otra epoca es perfecta porcelana. Max (pisoteando todas nuestras reglas con el clima por excusa) duerme acurrucado entre las dos, mientras se lame los bigotes sonando con quien sabe en que manjares, y yo insomne leo, "...Nos han condenado a vivir desperdigados por el mundo, al peligro constante, al dolor agudisimo en ese hondo precipicio de las conciencias, a la renuncia de nosotros mismos, de nuestros suenos..."*Paso las hojas del libro leyendo sin leer...desde esta frase mi cabeza esta en otra parte.

Mi memoria depronto deja de ser un desierto y se convierte en rio, mientras incontenible una gota caustica quema fria su trayecto desde mi ojo derecho hasta mi almohada. Una tarde gris desde el centro hasta mi casa caminando por la septima, con el saborsito verde en la boca, la satisfaccion del deber cumplido y la maleta llena de ideas. Una tarde lluviosa en un bus maloliente, nauseabunda de vallenato, engarrotada declarandole mi amor a la primera mujer de mi vida sin siquiera mirarla. Ninos afuera chupando pegante extendiendo la mano, la apatia, la insensibilidad, la sangre, la miseria, el dolor de patria y la culpa de querer ignorarlo. El olor orina y exosto de algunas esquinas, las sombras, el miedo, las corazas protectoras, la actitud. El amor inmenso, mi casa, mi guarida, mis paredes pintadas de arriba a abajo, mi secretos escondidos bajo la cama. Mi papa inspeccionando mis pupilas dilatadas, su nobleza. Mi mama sentada de gris, en una silla gris, en un cuarto gris esperando por dias, por meses, por anos a la muerte y mi afan de querer llegar antes que ella, sus abrazos, el fantasma de mi hermano, mi ninera de toda la vida y su sopa de lentejas, los amigos que ya no los son, mis zapatos preferidos. El amor, el amor inmenso, infinito y la constante certeza de el. Yo extranjera. Un suspiro y de repente claridad. En dos semanas soy felizmente Australiana pero esta noche extranamente me muero por volver.

* Zoe Valdes, 1995, La Nada Cotidiana